sábado, 7 de mayo de 2011

No hay luz como la que irradias,
ni magia que no conozcas;
sabes calmarme las rabias,
poner risas en mi boca.

Me duermes con dulce arrullo,
me calmas las ansiedades;
tu voz se vuelve murmullo,
frente a mis calamidades.

Te bendigo por siempre madre,
donde quiera que hoy estés;
cuando sueño que estoy en tu regazo,
ninguna pena me hace perecer.

A.J.Pals

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