No hay luz como la que irradias,
ni magia que no conozcas;
sabes calmarme las rabias,
poner risas en mi boca.
Me duermes con dulce arrullo,
me calmas las ansiedades;
tu voz se vuelve murmullo,
frente a mis calamidades.
Te bendigo por siempre madre,
donde quiera que hoy estés;
cuando sueño que estoy en tu regazo,
ninguna pena me hace perecer.
A.J.Pals
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