Me atrapaste en la vereda de tus besos,
entre esquinas jugueteabas con mis labios;
Y sin saber que vendría luego de eso,
absorbí el aroma de tus nardos.
Llevé en mi piel, tu piel, esa fragancia,
ese aroma de hembra incontrolable;
no me dejó dormir la cruel distancia,
ni el anhelo de un instante inalcanzable.
El despertar mantuvo en mi recuerdo,
las caricias, los besos de la noche;
por sentirlos otra vez mis labios muerdo,
y es tu sombra la voz que no se oye.
Caminaba con mis ansias, cabizbajo,
acelerando el paso de las horas;
sobre pasos que quizá ya había trazado,
preguntándome si tú también me añoras.
Transcurre el tiempo, que agonía...
verlo pasar, pausado, quieto;
sólo esperando que acabara el día,
para sentir de nuevo tus besos.
Al fin, como suave caricia de miradas,
vienes a mi, me abrazas tanto;
fundidas en una, almas enamoradas,
de tanto amor parece que brotara llanto.
Y este nuevo desborde de pasiones,
cual si fuera amor de adolescencia;
deja anclado en nuestros corazones,
un borrón donde estaban las carencias.
A.J.Pals