Me atrapaste en la vereda de tus besos,
entre esquinas jugueteabas con mis labios;
Y sin saber que vendría luego de eso,
absorbí el aroma de tus nardos.
Llevé en mi piel, tu piel, esa fragancia,
ese aroma de hembra incontrolable;
no me dejó dormir la cruel distancia,
ni el anhelo de un instante inalcanzable.
El despertar mantuvo en mi recuerdo,
las caricias, los besos de la noche;
por sentirlos otra vez mis labios muerdo,
y es tu sombra la voz que no se oye.
Caminaba con mis ansias, cabizbajo,
acelerando el paso de las horas;
sobre pasos que quizá ya había trazado,
preguntándome si tú también me añoras.
Transcurre el tiempo, que agonía...
verlo pasar, pausado, quieto;
sólo esperando que acabara el día,
para sentir de nuevo tus besos.
Al fin, como suave caricia de miradas,
vienes a mi, me abrazas tanto;
fundidas en una, almas enamoradas,
de tanto amor parece que brotara llanto.
Y este nuevo desborde de pasiones,
cual si fuera amor de adolescencia;
deja anclado en nuestros corazones,
un borrón donde estaban las carencias.
A.J.Pals
Me gusta saberte suave,
ResponderEliminaresponjoso como un árbol,
tierno como la tierra húmeda.
Turbulentos torbellinos de plenitud
trepan por mi cabello y mi cara;
desde mi cintura, tus manos
sujetan las riendas de mi vida.
Siento tantas ansias de rozarte
que no puedo concebir mi mundo
sin derretir tu esencia entre mis piernas.
¿ No comprendes que para mí es el alma
la que crea, la que abraza y tantea
en lo oscuro,
la que caza sueños inoportunos,
la que te observa?
Tenerte es saber que existes
y que aún brota en ti el deseo.