Tú, única flor en mi jardín desierto,
única playa de mi extenso mar;
le diste vida a mi corazón que yerto,
tanto anhelaba la verdad de amar.
Ahora te pido que me des tu risa,
humildemente soltaré mi espada;
de tu mirar dame una caricia
y de mi guerra no quedará nada.
Empuñaré una flor y no un reproche,
tomaré tus manos y entre besos;
todos nuestros días serán noches,
de las que llenan el alma de embeleso.
Brindo la paz por esta guerra,
que en solitario enfrento a ti;
como feroz enemigo de la espera,
de calma llenaré todo en mi.
A.J.Pals
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