jueves, 28 de octubre de 2010

La hora de los besos...

Fue la hora de los besos, ayer, cuando te sentí, momento de elevación de sublime encarnación, beso enamorado de extraña fascinación, de silencio desmesurado, de calma infinita.
Donde expiran los sentidos, por el conmovedor misterio de tus labios, provocando mi cuerpo estremecido, besos voraces que queman por la llama del deseo, una tarde de idilio, de ahogo, de suspiros, de vencimiento definitivo de la soledad, de miradas asombrosas, de besos entrelazados y corazones juntos, de influjo exquisito en noche inevitable.
Son tus besos irremediables entre nubes de incienso, embriagan los designios de nuestras vidas, con invisible néctar que enloquece, como si el color de tus días se encendiera en ellos.
Son tus besos formidable promesa, al despertar del letargo mudo de los años, como trepadora espuma, intensamente turbadora, sensación poderosa d instantes de mayor ventura, abandono inadvertido ante la sempiterna presencia de tu amor.

Áli Nicolaas  
Miviabril

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